Nuestro terrenos perdidos

Los territorios del norte, Belice, isla Cliperton, son algunos nombres cuya evocación nos remiten cierta nostalgia en el mejor de los casos y una punzada dolorosa en el peor de ellos.
De todos estos nombres, quizás el menos conocido sea la cesión a Francia de la isla Clipperton en 1934 con la anuencia del gobierno mexicano (Diccionario Enciclopédico de México de Humberto Musacchio).

La información referida por la falible pero siempre accesible Wikipedia nos dice lo siguiente:

La Isla Clipperton o Isla de la Pasión (Île de la Passion), es un atolón coralino deshabitado de 6 km² y 8 km de circunferencia, localizado en el Océano Pacífico norte, a 1.100 km al sudoeste de Punta Tejupan, en Michoacán (México), que es el punto más cercano a tierra firme. Sus coordenadas son: [mostrar el lugar en un mapa interactivo] 10°18′00″N, 109°13′00″O. Es una posesión francesa administrada desde la Polinesia Francesa por un alto comisionado de Francia.

A pesar de que 115 especies comerciales han sido indentificadas en las aguas territoriales de la isla, el atún ha sido la única en ser explotada. Fuera de la pesca la isla no cuenta con ningún otro recurso natural explotable.

Debido a la forma anular de la isla, su laguna interior se encuentra cerrada desde hace aproximadamente un siglo. El agua de la laguna es ácida y se encuentra estancada. La Roca Clipperton es el punto más elevado con 21 m de altura.



Un relato publicado por Wenceslao Vargas Márquez en la revista Política el martes 26 de septiembre del año 2000 da cuenta de un drama muy singular ocurrido en la Isla de la Pasión:
La revista mexicana Contenido publico en 1983 y 1993 una versión de los hechos históricos relativos a éste poco conocido episodio de la pérdida de la Isla Clipperton. He aqui el texto:
El capitán Ramón Arnaud Vignon, de 26 años, se asentó en las playas de la isla en 1906 para encabezar su vigilancia por órdenes del gobierno mexicano. En agosto de 1908 el capitán llevó a la isla a su flamante esposa, Alicia Rovira. El primer hijo -Pedro Ramón- nació en 1909 y Alicia en 1911. En 1914 la vida en la isla comenzó a deteriorarse al tiempo que en México Victoriano Huerta estaba por caer. La presencia de doce náufragos norteamericanos y los destrozos de una tempestad agravaron la situación. Después de algunas discusiones 4 hombres decidieron salir a bordo de una primitiva barcaza. Casi tres semanas después, tres de ellos llegaron a la costa acapulqueña. Consiguieron que un barco norteamericano partiera con provisiones para la isla para rescatar a los restantes náufragos y al alemán Gustavo Schultz, representante de la compañía exportadora del guano de la isla y quien, para entonces, ya estaba furiosamente loco.

El capitán rescatista conferenció con Arnaud, le expuso la situación en México (invadido Veracruz por Estados Unidos) y el estallido de la Primera Guerra Mundial. Arnaud y sus compañeros resolvieron quedarse a cumplir su deber y despidieron a los norteamericanos.

Para comienzos de 1915 el aceite de tiburón con que prendían el faro tuvo que ser reservado para emergencias y el escorbuto cobró la primera de sus víctimas. En mayo avistaron un barco. Arnaud y otros tres se hicieron a la mar en una canoa y remaron hacia el navío que ya empezaba a alejarse. Desde la playa las mujeres y los niños contemplaron con horror la escena: el barco se detuvo, pero minutos más tardes las cuatro diminutas figuras fueron devueltas a la canoa. Al intentar regresar a la isla los hombres murieron. La máxima autoridad de Clipperton cayó en la viuda de Arnaud, la seguía en rango Tirsa Rendón de 20 años, la comadrona Juana de 40 y Altagracia Quiroz de 18. Los niños eran 5 y dos más nacieron en junio de 1915. El único varón adulto era el negro Victoriano Álvarez quien empezó a enloquecer y un día se llevó a la fuerza a Juana, más tarde a Altagracia, luego a Rosalía -una de las niñas quien perdió la razón-; unos meses más tarde a Tirsa Rendón. El 18 de julio de 1917 volvió por Alicia Rovira, la viuda de Arnaud, quien no luchó como las primeras sino que cargó con sus hijas y marchó al faro, resignada.

Las adultas sobrevivientes asesinaron a Victoriano a varillazos, martillazos y patadas. Doña Alicia, casi enloquecida, ordenó en medio de la sangrienta refriega a su hijo Pedro Ramón Aranud Rovira (septuagenario en 1983): -¡Vé por el petróleo que tengo escondido! ¡Vamos a quemarlo!. "El niño salió del faro llorando y gritando histéricamente, casi tan ciego como el hombre que se desangraba en el interior. Estaba tan aturdido que en vez de rodear la laguna que ocupa el centro de la isla, pretendió vadearla, y al llegar al medio perdió pie; a duras penas logró treparse a una piedra y allí se quedó parado, con el agua al cuello, paralizado de miedo y tiritando de frío a pesar del calor". Un barco de guerra norteamericano que buscaba bases alemanas en el Pacífico apareció de pronto y rescató a 4 mujeres al borde de la demencia, 7 niños desharrapados y un cadáver todavía caliente. Todos fueron desembarcados en Salina Cruz, Oaxaca. Alicia Rovira vivió hasta 1923 (33 años de edad) con 90 pesos mensuales de pensión.


Una aproximación cinematográfica de este suceso fue la realizada por el laureado cineasta mexicano Emilio Fernández, en 1941 con la película La isla de la Pasión (Clipperton), con un joven actor que años después destacaría notablemente durante la Epoca Dorada del Cine Mexicano, David Silva. La sinopsis de la película es la siguiente: En 1909, un grupo de soldados mexicanos al mando del capitán Allende llega acompañado por sus mujeres a la isla de la Pasión -o Clipperton- en el Océano Pacífico. La lejanía del continente provoca que tanto el estallido de la revolución como la cesión de la isla al gobierno de Francia pasen inadvertidos para los isleños. Al enterarse de los acontecimientos, algunos soldados tratan de desertar, provocando un violento enfrentamiento de fatales consecuencias.











Más recientemente, la escritora colombiana avecindada en México Laura Restrepo escribió una novela histórica titulada La Isla de la Pasión (México, Alfaguara, 2005), basada en los acontecimientos historicos de la isla de Clipperton. La autora describe con un lenguaje y un estilo muy fluidos, cómo vivieron o, mejor dicho, sobrevivieron un grupo de mexicanos a principios del siglo XX en esta isla situada en el Océano Pacífico a 945 kilómetros del puerto de Acapulco.

Con este recuento de elementos históricos sobre uno de los últimos terrenos perdidos para nuestro país, podemos seguir reflexionando ad infinitum sobre las circunstancias históricas que han permitido irnos despojando no solo de territorios físicos, sino de los correspondientes a una confusa identidad nacional.

Comentarios

  1. Estimado Francisco Zaráte:

    Indudablmente considero que cuando se trata de buscar y mantener un principio de identidad nacional, ejemplos como el que ambos abordamos, más allá de cualquier tinte de nuestra profesión, son los que nos permiten hacernos presentes -al menos- en el ciberespacio y manifestar nuestra opinión y quizá, fomentar el interés por la Historia de Nuestro País a los lectores...

    Recibe un cordial saludo y felicidades y éxito por la creación de tu blog!

    Francisco Burgoa

    Pd: Esa afortunada coincidencia (o accidente afortunado) -como inicias tu comentario que has tenido a bien expresarme- es conocido como SERENDIPITY...

    Otra Pd: Sabes? por conducto de un amigo y maestro de la Facultad de Derecho, Eduardo Luis Feher, tuve la fortunda de conocer y platicar con la nieta del Capitán Ramón Arnaud y escucharla contar parte de lo que vivió su abuelo, fue fantástico!!!

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