Comienzan las nostalgias

Después de una semana particularmente dura en el trabajo, aquí en Richmond, tuve momentos de reflexión y de nostalgia de algunas etapas tempranas de mi vida. En especial recordé aquellos duros años de mi infancia, donde faltaba de todo en una familia de clase obrera con muchos hermanos. Años sin embargo también llenos de muchos momentos felices y hermosos. Tuve la fortuna de contar con hermanos mayores que saciaban esa necesidad o hambre de conocimiento por ese mundo que parecía esperarme allá afuera. En Neza, como llamábamos familiarmente al municipio donde vivíamos, solo existía mucho polvo en épocas de secas y lodo durante las lluvias. Pocos eran los terrenos que estaban ocupados por incipientes viviendas, en su mayoría habitadas por familias que emigraban de la ciudad de México hacia la periferia en busca de mayor tranquilidad. Al paso del tiempo, una buena proporción de los colonos que colmaron cuadras enteras con casas a medio construir, consistía de gente pobre que emigraba del campo a la ciudad. Sin embargo, las calles seguían sin pavimento y se convertían literalmente en torrentes o lagos durante las lluvias estivales. En todo este contexto de aparente marginación social, encontraba siempre motivos de asombro y de alegría. Quizás fue una exacerbada sensibilidad la que me permitió darme cuenta a esa edad de que el mundo no era perfecto. Para mí nunca fue fácil soslayar lo difícil que era para mis padres seguir adelante con tantas necesidades, las cuales siempre fueron cubiertas; nunca pasamos hambre que yo recuerde. Así poco a poco en este ambiente aparentemente adverso se fue forjando en mí lo que en el lenguaje izquierdista de los 70's denominaban conciencia social. A mis escasos 10 años recuerdo que vi en televisión (en blanco y negro, por supuesto) un concurso de música, que se denominaba Festival OTI de la Canción, que tenía como propósito reunir a lo mejor de la canción popular y denominar a un ganador. Éste a su vez, tenía el privilegio de representar a su país en el mismo concurso a nivel Internacional. En aquel año ganó por México José María Napoleón, con la canción "Hombre", que hablaba sobre las virtudes que debe tener un hombre para que pueda ser digno de tal adjetivo. Dicha canción me emocionó de sobremanera. Este Festival OTI capturó mi atención a tal grado que seguí a partir de aquí las siguientes ediciones. En ese año del 77 el concurso a nivel internacional se llevo a cabo en Madrid, resultando ganadora la canción "Quincho Barrilete" de Carlos Mejía Godoy e interpretada por Eduardo González. Esta canción habla de un niño común de cualquier barrio pobre de Nicaragua (o del mundo) y se adentra en las potencialidades de ser alguien más, escapar a su destino de marginación e inclusive liberar a su pueblo del trágico destino de la pobreza. Todavía es un misterio como dicho tema se filtro de las garras de la censura del régimen dictatorial de Anastasio Somoza que gobernaba Nicaragua entonces. A partir de aquel episodio nunca olvidé esta canción porque me ayudó a definir muchas de las ideas que delinearon posteriormente mi postura ante el mundo. Ahora que vivo en esta plácida ciudad y donde el trabajo me permite tener a veces momentos de agradable ocio, la nostalgía me invadió y me puse a buscar en esta maravilla de la tecnología que es Internet, información sobre esta canción, y para mi fortuna encontré en el portal de www.youtube.com un fabuloso vídeo de esta canción que se interpretó en el Festival OTI de 1977. Ahora lo comparto con emoción y con la esperanza muy personal de que algún día nunca más necesitemos Quinchos Barriletes.



A mis Padres y Hermanos

Comentarios

  1. Esta pequeña crónica me ha gustado mucho. Yo también he pensado en mis épocas de la niñez, ya estoy por terminar la universidad, y recuerdo con agrado todas aquellas situaciones que he vivido y que me han formado… Paco, siempre que te leo me encuentro con textos muy agradables. Ojalá me recuerdes también…

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  2. jenny te recuerdo por supuesto. Esa sensibilidad que mostrabas en la clase de portugués sobresalia. Nunca dejes de lado esa identidad que te hace sobresalir. Un abrazo.

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